Esta noche, pinto de color mis labios por vos.
Sacudo el
polvo de mi disfraz de mujer fatal y lo visto de la mejor forma que sé.
Bato mis
cabellos, surco pinceladas de rimel sobre mis espesas pestañas,
y espolvoreo
partículas de brillo que recaen sobre mis mejillas.
Hecho
cristales de perfume que se arremolinan y me envuelven, inundando mis sentidos,
retumbando lo invadido por ese aroma que trae recuerdos lejanos de amores
pasados. Amores que chocan y traspasan como viejos fantasmas,
como antiguas
sombras amigas que siempre rondaron bajo mis imprudentes y atolondrados pies.
Sucede, te
confieso, que en todo este rato aprendí a dividirme entre gajos de piel,
como si
fueran acumulándose con el pasar del tiempo, que a medida que cada quién desea
atravesar mi fina capa de ser,
por cada
vez, se escapa volando un rastro de mí, y queda libre un nuevo retazo de piel.
Es por eso
que esta noche me abrazo firmemente para retenerme,
y así, quizás,
de algún modo evitar perderme.
Verás, hoy soy
más fuerte y más frágil que ayer.
Verás que
llevo el porte de una reina y que sufro como cualquier esclava.
Que bajo
este antifaz de carnaval veneciano se esconden restos de luchas clandestinas
entre seres que no me permito renombrar. Pues, detrás de mis ojos y de esta
fina sonrisa hay un museo de cicatrices que aún no logro sanar.
Pero eso no
lo sabes, ni lo sabrás.
Porque sabes?
hoy visto de mujer fatal.