Sería difícil decirte
que no he andado ocupada;
cantando en otros bares,
bailando en otras danzas;
viviendo en ilusiones,
quemándome en miradas.
Sería poco cuerdo
contarte de los restos;
de las faltas y las altas,
de los besos que corrieron.
Sería poco cuerdo,
creer que no recuerdo;
que no recuerdo,
qué recuerdo.
Es que me tienes atrapada
en vaivenes de palabras,
que sostienen Fa menores,
que sonríen con temores;
de sentir que seas mío,
de morir con otros bríos;
desbordándome en tus días,
desde el borde de tu risa.
De tus risas.
. . . . . .
Sería poco cuerdo
creer que no merezco
conocerte de reflejo,
disfrutarte sin recelos;
de sentir que hoy te miro,
de saberte como mío;
descubriéndome en tus vuelos,
dibujándome en tus dedos.
Y poca cuerda la que queda,
derramando mis certezas;
de dejarte ir sin dejos
de pasiones que ensordezcan,
sensaciones que rebelen,
y suspiros que requiebren
trazos tuyos, líneas mías.
Besos cuerdos, cuerdas tiran.